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Habla una Señora Argentina, incomodada por la realidad

Qué barbaridad, qué barbaridad cortaron la ruta, protestan Qué indignante que yo Una señora argentina, de bien de buena cepa y sangre Una persona de bien que reza que reza, tenga que esperar para tomar un vuelo Para tomar un vuelo a mi descanso merecido Qué barbaridad que protesten ¿Por qué fue? Un indio menos, otro casi. Por suerte menos pobres que compliquen, qué hacen acá si igual esta tierra ya es nuestra siempre fue aunque estaban ellos antes para qué trajimos a Dios y los indios no tenían, creo trajimos el castellano que se habla como corresponde y no esa lengua de viento y tierra que tenían acá trajimos la peste que los indios no tenían la pólvora trajimos Y todavía protestan con su lengua de viento de tierra Me informan que éstos indios se llaman mapuches me informan que los mapuches son el terror que no quieren a la patria a la patria que no quieren ser matados ni olvidados ni pobres qué barbaridad Las señoras argentinas y nuestr
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Soltar la mariposa

  Todo era ocre en aquellos años, los plásticos traslúcidos sobre todo, y tenía todo un aroma como de recién pintado, de recién cocinado por una madre cansada. Recuerdo las luces naranjas de tungsteno y los largos recorridos por las avenidas de la ciudad, los noventa con su ruido, su promesa, la ciencia al servicio del hombre cumpliendo la recomendación bíblica de ser señores y señoras sobre la Naturaleza y cuanta carne y materia anduviera por el mundo. No terminábamos de hacer andar la videocasetera que llegaron los devedés, lo mismo con la música, antes de los cd’s teníamos las canciones con las puntas cortadas como por una tijera de primaria, con un locutor exagerado sobre el tema de moda que aprendimos a querer y bailar en el comedor de la casa gracias a los cassettes vírgenes, grabados mil veces, cinta scotch en los agujeritos cuadrados. Éramos chicos y chicas, ignorantes del vómito industrial hacia la atmósfera, de los saqueos internacionales, del rastro de holl

Oda a la Bicicleta 1

Su historia se diluye como todas las cosas que son algo cotidiano pero también eterno. Aunque haya miles, un sólo espíritu habitan o las habita. Hijas de la inteligencia y un poco también de la pereza, siembran de a poco una anarquía tranquila y silenciosa como ellas. De noche su susurro me ha acompañado y sobre alguna de ellas he sentido el roce de la libertad en el rostro o en mis piernas. Sé de algunos que van en sus tristes jaulas con motor: nosotros vamos flotando despacio. Sobre la tierra soy torpe; sobre su delicada magia soy otra cosa: me despojo de la cárcel de materia, sé volar, sé del equilibrio y la inercia y la matemática, porque no me vengan a decir que es otra cosa, no me vengan a decir que éste ser que me lleva no está hecho de energía mágica u onírica, poblada de aventuras, de viajes, de miedos, como la noche sin luna que me llevó hasta una fiesta en los confines de la sierra, como la vez que nos llevó a otra provincia a mi y a mi compañera, como cada noche que me

Traducción || Fuego Saliendo de la Cabeza de un Mono

Hemos hecho una traducción simultánea con Leon, quien en su blog https://artistic-translations.webnode.com muy pronto va a subir su versión de ésta canción de Gorillaz del álbum Demon Days. Lxs invito a disfrutar de ambas traducciones.    Había una vez al pie de una gran montaña una aldea donde vivía el pueblo de Gentealegre, Su propia existencia era un misterio para el resto del mundo, oculta como estaba por grandes nubes. Ahí llevaban a cabo sus pacíficas vidas, inocentes de la letanía de excesos y violencia que crecía en el mundo, más abajo. Vivir en armonía con el espíritu de la montaña llamada Mono, era suficiente. Entonces un día, los de Gentextraña llegaron al poblado. Vinieron camuflados, escondidos detrás de anteojos oscuros, y nadie los notaba: Sólo vieron sombras. Sabés, sin la verdad que dan los ojos, los Gentealegre estaban ciegos. Cayendo de aeroplanos y escondiéndose en agujeros Esperando que venga el ocaso, que la gente vaya al hogar

Traducción || "El huevo" Por Andy Weir

 "El huevo" Por Andy Weir Traducción de Ángel Lucero. Ibas camino a casa cuando moriste. Fue un accidente de auto. Nada particularmente notable, sin embargo fatal. Dejaste una esposa y dos niños. Fue una muerte sin dolor. Los enfermeros dieron lo mejor de ellos para salvarte, pero no se pudo. Tu cuerpo estaba tan destrozado que es mejor así, creeme. Y así fue que me encontraste. -¿Qué pasó? -Preguntaste -¿Dónde estoy? -Moriste - te dije. No había necesidad de suavizar las palabras. -Había-- Había un camión … Patinaba, el camión… - -Si -te dije. -¿Me… me morí? -Si, pero no te sientas mal. Todos mueren – contesté. Miraste alrededor. Había la nada. Sólo vos y yo. -¿Qué es este lugar?¿El más allá? -Mas o menos – te dije. -¿Usted es Dios? -Si. Soy Dios. -Mis hijos… mi esposa… -¿Qué pasa con ellos? -¿Van a estar bien? -Eso es lo que me gusta a mí… Te acabás de morir y tu preocupación principal es la familia… Hay buena madera ahí - Me mir

Calendario M.A.Y.A

  Eran días de agitación entre el pequeño grupo de conocidos que éramos: un amigo del novio de mi hermana había conseguido trabajo en un bar que vendían pizza, cerveza y algunas cosas más. Eso significaba la posibilidad de una temporada de trabajo por lo menos divertida. Trabajo hubo, sí, pero diversión no. Resultó que el dueño del lugar era un nene pesadito, tenía varios bares y en uno apuñalaron a un tipo. La noticia conmovió a la ciudad. Al día siguiente nos apersonamos al local para trabajar cuando el amigo del novio de mi hermana, promovido a encargado, nos desayuna con la noticia “El dueño va a cerrar un tiempo y dijo que cuando vuelva a abrir nos llama”. Nos quedamos helados, cuando la changa es la entrada diaria, perderla de un momento para el otro es bastante inconveniente. Uno puede contar las cosas así como así, pero siempre hace falta el contexto para la buena inteligencia del relato: Era una época hermosa, Latinoamérica unida, faltaban unos años para el

Viaje a Rosario 1

  Viaje a Rosario 1 1. Llegué a Rosario dejándome convencer de bajarme antes de arri b ar a destino. Me persuadieron dos mujeres desconocidas, que me invitaron a una feria del libro autogestiva, en el tren que iba Jujuy. “Te bajaste por las mi nas” me dice una riendo, me mira mientras yo cargo en mi espalda una mochila gigante y un bolso que equivale a tres valijas que llevan casi todo lo que me quería llevar, viajero sin experiencia, y también una depresión gigante que empieza a sanar, un corazón seco, la curiosidad y la esperanza, ese gran hechizo. Este viaje empezó antes. Empezó frente a un pequeño espejo que me devolvía mi cara y dos palabras, arriba y adelante. Empezó en esa fiesta en la que una compañera se reía de mis zapatos y un boludo me miraba desaprobándome. Empezó entre puchos y un techo roto del cual me caí, puteando en el baño, o en un Cyber leyendo un e-mail de Natalia en el cual me informaba que ya no. Recién llegado a Rosario, dejé mi casa-mochi